Hacía años que renuncié a la tontería esa de ponerse metas al comienzo del año, más que otra cosa porque era incapaz de cumplirlas: se me olvidaban, les quitaba importancia, buscaba excusas, etc. Sin embargo, este año me lo volví a plantear.
Hacía tiempo que llevaba dándole vueltas a la cabeza, que había visto la importancia de la decisión que iba a tomar. Me propuse que al menos la mitad de mis compras fueran responsables. Se acabó comprar a empresas que trabajan en países de bajo coste a cambio de explotar a personas y devastar el medio ambiente porque en mis compras yo decido.
Cuando alguna vez sale el tema y lo cuento la gente me toma por loco y me augura que es imposible. Ya pasados unos meses he de decidir que imposible no es, pero difícil y duro si.